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Instalar aislamiento térmico: ¿Cuanto más mejor?

paneles aislamiento témico

La idea nace a partir de la idea de es que el aislamiento térmico no es un gasto, sino una inversión, ya que el coste inicial se debe ver compensado en el menor plazo posible pocos años, incluso meses, a través del ahorro energético en el gasto energético que supone el mantenimiento de una temperatura determinada, bien conseguir más frío o más calor. Y en el largo plazo que es la vida útil del edificio, ese retorno económico o “tasa de retorno de la inversión” produce un beneficio económico indiscutible.

Pero la pregunta que encabeza nuestro artículo se puede plantear desde este otro punto de vista

 

¿Es el espesor de un aislamiento la base para calcular el máximo retorno económico de la inversión?

Lo que sí podemos indicar es que el dimensionamiento más adecuado del aislamiento debe venir en función de una serie de variables, como podrían ser, la climatología local, el sistema constructivo elegido, el coste y las prestaciones térmicas del aislamiento térmico en particular de que se trate, y sobre todo en el mundo de la refrigeración, las necesidades de temperatura y condiciones a alcanzar y mantener. Pero la mayor severidad climática de una determinada localización nos debe llevar, invariablemente, a unos rendimientos mayores del aislamiento térmico que se instale, puesto que el ahorro energético que se consiga para unas mismas condiciones de confort interior será mayor que si no se aislara en absoluto.

Los Paneles Sándwich utilizados en la industria agroalimentaria, por ejemplo, para la construcción de cámaras y recintos frigoríficos y de aislamiento de temperaturas, con sus diversos grados de inercia térmica y ventilación, la complicación mayor o menor para incorporar espesores crecientes de aislamiento térmico, o incluso la posibilidad de que el propio aislamiento cumpla un papel adicional importante como capa protectora de la estructura o de otros materiales, también determinan el dimensionamiento más adecuado.

La relación prestaciones térmicas / coste del aislamiento, será, en definitiva y una vez que los dos aspectos anteriores están predefinidos, la clave para responder a la pregunta de encabezamiento.

La respuesta es que, pensando en un horizonte económico (30 y 50 años son períodos habituales), si nos fijamos en los dos parámetros más utilizados, condición climática y sistema constructivo, como norma, podemos indicar que habrá un espesor económico, que será el máximo óptimo desde el punto de vista económico, aquel que maximiza el ahorro energético y el retorno de la inversión.

En definitiva, aislar más es mejor hasta alcanzar ese espesor económico. A partir de él, no merece la pena. El propio espesor económico se alcanza en una típica gráfica que en economía muestra la “ley de rendimientos decrecientes”.

Sin embargo, esos rendimientos, aunque decrecientes, ¿hasta dónde merecen la pena en las condiciones de cada caso a estudiar?

LAS CONDICICONES CLIMÁTICAS ESPAÑOLAS

En España aún estamos a cierta distancia de llegar a entender claramente este concepto. Dependiendo de la zona en la que nos encontremos, la solución constructiva y el tipo de aislamiento térmico elegido, los espesores medios habituales en cámaras y recintos frigoríficos, se mueven en el intervalo de 6 a 15 cm. Si se aplican las directivas europeas sobre eficiencia energética de los edificios y recintos frigoríficos, la norma europea de cálculo de necesidades de aislamiento (UNE EN 832) se puede llegar a la conclusión de que, como media, esos espesores se deben incrementar (de 8 a 20 cm) alcanzando, de esta manera, el rendimiento óptimo deseado. Además, falta por considerar igualmente, en términos de ahorro energético, las condiciones particulares, de la zona, el recinto las condiciones climáticas de la ubicación regional y el menor consumo de energía para refrigeración del recinto que se alcanza con el aislamiento térmico.

¿Cuáles SON LAS EXIGENCIAS NORMATIVAS VIGENTES EN ESPAÑA?

En España, cualquier proyecto de edificación de un recinto frigorífico, debe cumplir con las exigencias definidas en la Norma Básica de la Edificación sobre Condiciones Térmicas del año 1979 (NBE CT-79). La norma, en su momento, supuso un gran paso, aunque sólo reconocía oficialmente por primera vez como requisito obligatorio las prestaciones térmicas del recinto a aislar.

Por entonces, había que tener en cuenta que, se consideraban con gran peso específico, las consecuencias de la crisis del petróleo de 1973. Sin embargo, 25 años más tarde, la norma estaba completamente desfasada y obsoleta en toda Europa, con problemas como la no consideración de la inercia térmica, la renovación del aire, el ciclo veraniego (en el España se dan una de las condiciones estivales de mayor insolación de toda la Unión Europea), la descoordinación entre exigencias a las transmisiones térmicas de cerramientos en España son casi ridículas: las menos exigentes de toda Europa y el llamado coeficiente global (KG) del recinto, la imposibilidad de entender el coeficiente KG en términos comprensibles de reducción de demanda energética, el concepto erróneo, aunque a favor de seguridad, respecto de la evaluación de condensaciones en el cerramiento, etc.

EL FUTURO DE LA NORMA NBE CT-79.

Hay que entender, en primer lugar, el contexto en el que se ha movido la NBE CT-79 en estos últimos años:

España entró en la Unión Europea, con lo que las administraciones españolas han TENIDO QUE modificar las legislaciones estatales y autonómicas, adaptándolas a lo que se decide para toda Europa. En lo que se refiere a elementos constructivos y, más en particular, aislamientos térmicos, la trascendencia y las consecuencias prácticas que este nuevo enfoque europeo ya ha obtenido. En lo relativo a la eficiencia energética de los recintos frigoríficos, hay que destacar las grandes Directivas Europeas, a las que todos los Estados deben adaptarse: la de 1993, Directiva SAVE 93/76/CE, con el objetivo de controlar las emisiones de CO2, y la última, más comprehensiva de todo lo energético alrededor del edificio, la Directiva 2002/91/CE relativa a eficiencia energética de los edificios.

A partir de los años 90 se toma plena conciencia de la realidad en la que el incremento de las temperaturas era una realidad a lo largo de todo el siglo XX y hasta hoy mismo no pasa ningún día sin que se hable del efecto invernadero aumentado por la actividad humana y del Protocolo de Kyoto, en el que la mayoría de los Estados mundiales, con alguna excepción, buscan comprometerse con unos límites y reducciones de las emisiones de los principales agentes de efecto invernadero, como el CO2 procedente de la combustión de residuos fósiles.

Se incrementa la presión social y política de la mano de argumentos ecológicos y medioambientales, amén de la presión económica (ahorro energético, dependencia cada vez menor del petróleo).

La respuesta española se fija, a través de, las distintas actualizaciones que se van realizando de los nuevos Códigos Técnicos de la Edificación (CTE), dentro del marco definido por la L.O.E (Ley de Ordenación de la Edificación). Sin embargo, hasta el momento en que sean de obligado cumplimiento, pueden ser la referencia más correcta para el dimensionado del aislamiento térmico.

 

¿COMO TRATA EL CÓDIGO TÉCNICO DE LA EDIFICACIÓN (CTE) EL AISLAMIENTO TÉRMICO?

Sin entrar en muchos detalles, el Documento Básico sobre Habitabilidad – Ahorro de Energía (DB-HE) del CTE plantea los dos métodos para comprobar el cumplimiento de las exigencias: un método general, que implica una modelización del edificio mediante herramienta informática de relativa complejidad, y un método simplificado en el que sólo se verifica el cumplimiento de una serie de valores “U” máximos en cada cerramiento (ya no hay nada parecido a un coeficiente global KG).

De la comparación entre NBE CT-79 y el DB-HE, se ve que, por ejemplo, la transmisión térmica planteada por la NBE CT-79 para una cubierta en Ávila, [0.70 W/(m2·K)], es mucho menos exigente que la transmisión térmica planteada por el DB-HE en Canarias, [0.50 W/(m2·K)].

En definitiva, con la aplicación del CTE, se llega a la misma conclusión expuesta bajo la pregunta relativa al espesor económico del aislamiento: se pueden y deben aumentar los espesores medios actuales hasta prácticamente duplicarlos.

Esto se justifica, desde el punto de vista de la eficiencia energética y medioambiental de la edificación.

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